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Silvia es una chimpancé de 41 años que ha vuelto a descubrir el mundo tras ser operada de cataratas, para lo que superó una cirugía exactamente igual a la de un humano. Ahora aportará su experiencia de «abuela» a otras tres hembras y sus crías, además de a un macho con el que podría volver a procrear.

La chimpancé ha cambiado su comportamiento «de un día para otro» porque antes, a 10 centímetros, apenas veía una sombra y ahora mira con atención los detalles de la cara de sus cuidadores de arriba a abajo «y nos hace un escáner», afirma Juan Vicente Martínez, jefe de cuidadores y conservador de mamíferos terrestres del Parque.

silviaSiesta

Silvia, que «es súper tranquila y buena», fue el primer mamífero que llegó a este zoológico de Tenerife, que abrió sus puertas con una colección de loros, tras ser rescatada de la dura vida a la que fue sometida durante años, encadenada al cuello y utilizada por un fotógrafo callejero para captar su imagen junto a los turistas.

Para ella supuso la oportunidad de que, por fin, pudiese comportarse «como un chimpancé» y tuvo un compañero con el que ha tenido varias crías, la última hace 18 años y anteriormente, un parto de gemelos, algo muy infrecuente en esta especie, incluso entre animales que viven en libertad.

Pero los chimpancés viven unos 50 años y a sus 41, Silvia es ya una anciana que había desarrollado cataratas en los dos ojos y, aunque seguía jugando y comportándose con buen ánimo, su escasa visión le hacía palpar en busca de los vasos de zumo que le ofrecían los cuidadores al no poder agarrarlos directamente.

Entonces se decidió devolverle la calidad de vida con la ayuda de especialistas procedentes del Reino Unido y de Italia, junto a un equipo de veterinarios, y se acordó someter a la chimpancé a una cirugía de cataratas en ambos ojos que apenas duró media hora. Exactamente la misma operación que tendría un paciente humano.

operacionSilvia

Silvia se despertó de la anestesia en una habitación preparada como un «nido» con hojas de palmera y con música para bebés, mientras su cuidador le agarraba de la mano y le susurraba. En el momento en el que abrió los ojos ya podía ver y ahora, dos semanas después, su recuperación ha sido perfecta: ya no necesita medicación.

Previsiblemente esta semana Silvia volverá a unirse a un grupo familiar, formado por un macho reproductor, otras tres hembras y sus tres bebés, y ella será la abuela que enseñe al resto cómo criar a los pequeños, que es su especialidad.

Ella misma podría volver a ser madre porque mantiene su ciclo, algo que no le fue posible en los últimos años porque estuvo con otro macho con el que era «incompatible». No estaban interesados el uno en el otro, explica Juan Vicente Martínez.

Es el final perfecto para un animal que ha tenido un pasado duro y que ahora está sana y vuelve a ver. «Está descubriendo el mundo que no ha podido ver en años», detalla el jefe de cuidadores.

De hecho, ahora está más «mimada» con caprichos «porque se lo merece» y a los cuidadores les alegra ver cómo ella simplemente se durmió para la operación y de repente, tras despertarse, volvió a ver, en un proceso que Silvia no comprende.

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Una prueba de cómo le ha cambiado la vida es que ahora «por fin» puede mirar la televisión en la pantalla de plasma de que disponen los chimpancés en Loro Parque para ver películas y documentales de la naturaleza.

Pero antes de ir a dormir los chimpancés escuchan piezas de música clásica «que les encanta» y que oyen «como un reclamo», pues en cuanto empieza a sonar cogen de la mano a sus crías y acuden todos juntos al dormitorio para terminar la jornada.