Un estudio reciente en el que colabora Loro Parque Fundación ha concluido que la acumulación de contaminantes en el mar genera un cóctel de tóxicos –como el DDT, los PCBs y los compuestos orgánicos persistentes- que afecta al sistema inmunológico de las orcas en mayor medida que si se expusieran a uno solo de los componentes en la misma concentración.
El proyecto, apoyado por la Fundación en 2017, ha intentado determinar cómo los contaminantes tóxicos presentes en el mar afectan específicamente al sistema de defensa del organismo de las orcas. Así lo ha explicado el Dr. Javier Almunia, Director de Asuntos Medioambientales de Loro Parque Fundación, que ha destacado que la novedad de este estudio radica en que no se ha medido solo el efecto de una sustancia tóxica, sino de una combinación de varias.
Estos componentes se han seleccionado según la frecuencia en que se han encontrado en el cuerpo de animales varados en la Antártida y en la cuota de captura de orcas permitida para poblaciones indígenas Inuit de Groenlandia, y que han analizado investigadores de la Universidad de Aarhus en Dinamarca.
El estudio se ha llevado a cabo en laboratorio después de extraer una muestra de sangre –de alrededor de medio litro cada una- de las orcas que albergan las instalaciones de OrcaOcean. Una vez extraída la muestra, se purifican las células sanguíneas que se encargan de la parte inmunitaria, se les hace un test “in vitro”, y se las somete a este “cóctel de tóxicos”.
Almunia ha explicado que ya hay información de cómo afecta uno solo de estos componentes –el DDT, por ejemplo- al sistema inmunitario de las orcas, pero hasta ahora no hay muchos estudios que esclarezcan qué sucede cuando se suman varios. Y lo que se concluye es que el efecto es sumativo, es decir, unos pocos componentes pueden causar un efecto patogénico mayor que cuando se recibe una concentración similar de los tóxicos por separado.
Estas sustancias afectan a la capacidad de respuesta inmunitaria de las orcas antes de lo esperado y, posiblemente, los contaminantes están influyendo además en el sistema reproductor de los animales, porque algunos de estos compuestos son parecidos estructuralmente a las hormonas. De hecho, hay un grupo de orcas en Escocia que no se reproduce desde hace años y se sospecha que se debe a la contaminación, dado que recientemente varó una hembra y tras realizarse un análisis toxicológico, se detectó una concentración enorme de sustancias orgánicas persistentes.
El mayor efecto que puede producir esta combinación tóxica es el de acortar la vida de los animales, sometidos continuamente a patógenos contra los que debe reaccionar su sistema inmunitario, como ya se han visto casos en delfines. Evidentemente, puntualiza el director de Loro Parque Fundación, “es difícil encontrar la prueba de que a un animal lo mató la contaminación, porque lógicamente morirá de una patología, una infección, un tumor o una infestación de parásitos.”
La pregunta, se cuestiona Almunia, es cuánto más fácil lo ha tenido ese patógeno para impactar en la salud del animal si este tenía el sistema inmunitario deprimido. Hacen falta estudios muy amplios y, por eso, Loro Parque Fundación trabaja junto a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para identificar la concentración de tóxicos en animales varados en Canarias.
Hasta ahora, la toxicología ha tenido un enfoque de sustancia a sustancia, y el estudio apoyado por la Fundación ayuda a tener una perspectiva diferente, y así determinar si la acumulación de compuestos en el organismo genera algún tipo de interacción que incremente los efectos sobre el sistema inmunológico del animal.
Respecto a la regulación de este tipo de sustancias tóxicas, el Dr. Javier Almunia considera que los resultados del estudio, publicados en la revista Medioambiental sciences and technology, están ahora a disposición de la comunidad, y que el siguiente paso es llegar al ámbito político para que se tomen decisiones al respecto.