Loro Parque ha dado la bienvenida recientemente en sus instalaciones a una pequeña cría de chimpancé (Pan troglodytes), que se encuentra en perfectas condiciones y ya comparte espacio en armonía con el resto de la familia. De momento, dado que pasa los días aferrada a la piel de su madre, se desconoce su sexo. Los últimos en unirse al grupo habían sido Happy, en 2017, y Garoé, en 2018.
Su llegada afianza el estado de bienestar en que se encuentran los animales en Loro Parque y demuestra que la vida se sigue abriendo paso a pesar de llevar casi un año cerrado debido a la crisis generada por la COVID-19. En este sentido, todos los ejemplares que habitan en las instalaciones del zoológico portuense han seguido recibiendo todos sus cuidados, y se han reforzado, además, las medidas de bioseguridad necesarias para protegerlos del coronavirus.
Esta especie llegó al Parque en 1978, cuando el alcalde de Puerto de la Cruz solicitó ayuda a Wolfgang Kiessling para albergar a cinco ejemplares que habían sido incautados a fotógrafos callejeros que solían usarlos para tomar fotos con los turistas. Allí, disfrutan de unas instalaciones extraordinarias creadas en 1998, con un amplio recinto exterior ambientado con rocas, exuberante vegetación y relajantes cascadas de agua. Hoy, conforman uno de los grupos de cría de esta subespecie más exitosos de Europa.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha incluido al chimpancé en su lista roja con la categoría de peligro crítico de extinción. A pesar de que se trata de la especie con mayor distribución y más abundante de primates, en las últimas décadas está sufriendo un declive muy acusado debido a la pérdida y alteración de su hábitat por la expansión de las actividades humanas. Se estima que, a este ritmo de degradación, en 2030 la población mundial de chimpancés se reduciría a la mitad.